La marcha de Antic puso fin al periodo más largo del mandato de Jesús Gil sin destituciones. Esos tres años fueron un oasis. En los cinco cursos siguientes hubo nueve entrenadores. En mayo de 1998 se anunció la contratación de Sacchi para el curso siguiente.
Según cuenta en su libro ‘Fútbol total‘ al llegar al Atlético exigió una cláusula que le blindaba ante un posible despido «Gil era un devoraentrenadores», dice. No le sirvió de nada, agotado mentalmente, presentó su dimisión a mitad de campeonato. Pronto se vio que la cosa pintaba mal, la salida en el último momento del verano de Vieri dejó a la plantilla coja en la delantera. La falta de gol condenó al equipo, que perdía fuera lo que ganaba en casa.
En octubre de 1998 la Guardia Civil registró por sorpresa las oficinas del Vicente Calderón: buscaban documentación que probase las sospechas de la Fiscalía que acusaba a Jesús Gil de malversación de caudales públicos. Los agentes requisaron el contrato de patrocinio del Atlético con el ayuntamiento marbellí, los libros de contabilidad y los contratos de cesión de cuatro jugadores que militaban en el Atlético de Marbella. La inestabilidad que se instaló en el club era total.
Pasaban los meses y nada mejoraba. El equipo era muy irregular, y la causa judicial abierta contra Gil empeoró el asunto. Más aún cuando en enero el que fuera presidente rojiblanco fue ingresado en prisión incondicional por el ‘Caso Camisetas’: estaba acusado de falsificar los contratos de patrocinio del Ayuntamiento de Marbella en las camisetas rojiblancas y de desviar 450 millones de pesetas (2,7 millones de euros) del consistorio andaluz al equipo madrileño. Gil negó la mayor y habló de persecución política por su creciente presencia en los ayuntamientos de la Costa del Sol. La plantilla apoyó al presidente de manera pública y en el partido liguero frente al Extremadura la entrada fue gratuita buscando el respaldo de la afición hacia su presidente.
En esa investigación Gil Marín quedó en libertad sin cargos, Enrique Cerezo tuvo que pagar una fianza de 5 millones de pesetas (unos 30.000 euros). Finalmente, Jesús Gil salió de la cárcel el 14 de enero, una semana después de su ingreso, previo pago de 100 millones de pesetas (6 millones de euros). El juez había aceptado levantar la prisión preventiva del mandatario rojiblanco debido a su estado de salud. El Caso Camisetas acabó en 2002. Cuatro años que sembraron de inestabilidad al club. El Tribunal Supremo dio por probada la acusación por prevariaciación y tráfico de influencias por las que condenó a Jesús Gil a 28 años de inhabilitación de cargos públicos y a seis meses de arresto.
El equipo, a todo esto, acabó el curso 13º (su segundo peor puesto histórico hasta entonces), semifinalista de la UEFA donde el Parma fue muy superior. Tras la marcha de Sacchi a mitad de curso, llegó Aguiar, quien nada pudo hacer y fue sustituído por Antic, que tampoco enmendó la marcha del equipo.
Precisamente la vuelta del técnico yugoslavo, técnico del Doblete y la final de Copa del Rey fueron los únicos motivos de ilusión para la hinchada rojiblanca. Aquella final se la llevó el Valencia, entrenado por Claudio Ranieri, quien se convertiría en entrenador del Atlético en la 98/99. Antic, que tenía contrato con los colchoneros, supo en el propio vestuario, tras el partido, que no seguiría en un episodio digno de una noche de cuchillos largos. Gil había contratado previo a la final copera a Ranieri, el técnico que le privó al Atlético de su décima Copa del Rey (dinamitando el acuerdo con Antic). La traición tendría una carga de profundidad mayor, pues el italiano sería el que empezaría a sellar el peor año de la historia del club, pero eso es otro capítulo.