Jesús Gil con un micrófono

Las elecciones de los votos fletados, presentaciones en discoteca y Supergarcía

En los días previos a las elecciones Jesús Gil ya daba por segura su proclamación como máximo mandatario

La jornada electoral del 26 de junio de 1987 se celebró en mitad de un ambiente rocambolesco. Solo un par días antes, en plena festividad de San Juan, un grupo de hombres a bordo de un jet privado que cubría el trayecto Milán-Madrid, celebraban el triunfo de un constructor natural del Burgo de Osma en su carrera por convertirse en presidente del Atlético de Madrid.

No importaba que aún faltasen dos días para que los socios eligiesen en las urnas a su nueva junta directiva. Jesús Gil, con Paolo Futre del brazo, ya daba por segura su proclamación como máximo mandatario, e incluso ya comenzaba a trazar las líneas maestras de lo que iba a ser su hoja de ruta en los primeros meses de gestión. En realidad, el fichaje del astro portugués llevaba semanas apalabrado por la cantidad de 415 millones de pesetas, pero Gil, estratégicamente, se guardaba ese as en la manga para asestar el golpe definitivo al resto de candidaturas a escasas horas de los comicios. Que el club, con una deuda a sus espaldas cercana a los 1900 millones, se pudiese permitir ese lujo, poco le importaba entonces.

Los medios de comunicación ya se habían hecho eco de la adquisición del jugador luso, cuando, un día después, en la noche previa a la jornada electoral, los cuatro candidatos debían de asistir a un debate televisado en el Club Siglo XXI. El promotor soriano tenía, en cambio, otros planes para aquella velada, y mientras el resto de candidatos exponían sus proyectos ante los televidentes, Gil presentaba a Futre en la discoteca Jácara, ante la mirada atónita de los más de 2.000 atléticos asistentes al evento.

De nada servía entonces que Enrique Sánchez de León hubiese logrado más firmas de socios que nadie para avalar su candidatura, ni su apuesta por la defensa de unos valores que se comenzaban a ver amenazados por personajes con intereses espurios y en las antípodas del amor por los colores. Tampoco parecían ya con posibilidad alguna dos hombres que habían sido referencia en el club durante años, como Agustín Cotorruelo (con un tal Enrique Cerezo en su equipo), y el que había sido vicepresidente y mano derecha del recientemente fallecido Vicente Calderón durante más de 20 años, Salvador Santos Campano.

Paulo Futre mirando a cámara
Jesús Gil consiguió el fichaje de Paulo Futre | GTRES

La suerte estaba echada, pues si el golpe de efecto del fichaje de Futre no fuese ya suficiente, Gil había invertido en aquella campaña electoral más de 200 millones de pesetas en su objetivo, destinados a sufragar costes como, por ejemplo, la contratación de cuatro trenes destinados a cubrir el traslado a Zaragoza (lugar donde el Atleti debía de disputar la final de la Copa del Rey el día posterior a las elecciones) de todos los socios que se hubiesen personado en sus oficinas para suscribir el voto por correo a favor del soriano.

Además, Gil había contado con el apoyo contundente de José María García, por entonces el periodista de referencia de la radio deportiva en España. Supergarcía llegó a concluir su programa de la noche preelectoral con la frase: “Quien mañana no vote a Gil, no es del Atleti. Está a años luz de los demás dirigentes españoles”.

Un 26 de junio como hoy, pero 30 años atrás, el Vicente Calderón amanecía preparado para unos comicios que se presumían multitudinarios. Desde primera hora de la mañana, los socios rojiblancos tuvieron que soportar largas colas para acceder a las oficinas, zona destinada para las votaciones. Los primeros sondeos a pie de urna ya eran clarividentes, y evidenciaban que Gil no se equivocaba cuando dos días antes brindaba por su propio triunfo. Las urnas quedaban clausuradas a las 22 horas, después de haber ejercido su derecho al voto más de 12.000 socios de los 22.000 con derecho a hacerlo. De este modo, se daba por concluido el proceso de votaciones, comenzando entonces un recuento de votos que no se daría por concluido hasta altas horas de la madrugada.

Gregorio Jesús Gil y Gil, con 5.219 votos, se proclamaba oficialmente como nuevo presidente del club. En segunda posición, con 3.465 apoyos, se situaba el extremeño Enrique Sánchez de León. Agustín de Cotorruelo 1.885 y Salvador Santos Campano 907 se repartían el resto de papeletas contabilizadas. Más de 1.400 votos eran declarados nulos. Cabe destacar que, en la primera urna, la destinada a los socios más veteranos (del 1 al 2.331), Cotorruelo superó a Gil.

Jesús Gil y Gil saludando antes de entrar al coche
Gregorio Jesús Gil y Gil, con 5.219 votos, se proclamaba oficialmente como nuevo presidente del club | Europapress

En pleno momento de euforia por parte de la candidatura vencedora, el gerente rojiblanco advertía de la necesidad de guardar debidamente las papeletas, a lo que sería contestado por la frase: “Si queréis podéis tirarlas a la basura, porque en este club no habrá jamás otras elecciones” (según cuenta Juan Luis Galiacho en su libro Jesús Gil y Gil, el gran comediante).

Horas después, Gil y Futre se subían a uno de los trenes que él mismo había fletado gratuitamente para sus votantes con destino a Zaragoza. El Atleti perdía aquella tarde la final de Copa del Rey en los penaltis, contra la Real Sociedad y con Gil ya en el palco como presidente.  Comenzaba una era y terminaba una manera de entender el Atleti.