El Atlético de Madrid cerró su último partido en casa con victoria ante el Betis, pero el verdadero protagonista de la noche fue Ángel Correa. El delantero argentino, autor del gol final del encuentro, dejó una imagen que apunta a ser su despedida definitiva del Metropolitano.
Un gol como mejor despedida
Saltó al campo en la segunda parte y, en el tiempo de descuento, selló el marcador con una acción muy suya: picardía, velocidad y sangre fría. Aprovechó un balón suelto en el área para esquivar al portero y batir la portería bética, con Natan intentando evitar lo inevitable sobre la línea. Gol y emoción en un mismo instante.
El festejo dejó entrever lo que vendría después. Correa se besó el escudo con rabia y fue directamente hacia los aficionados, abrazado por sus compañeros. Luego se dirigió al banquillo para compartir el momento con Musso. El gesto era claro, algo estaba terminando.
Despedida acompañado de los capitanes
Con el pitido final, el escenario se volvió simbólico. Invitado por Koke, Correa se acercó al fondo sur del Metropolitano para intercambiar su camiseta por una mítica de los años 80 y 90, con el dorsal '10'. Una tradición que en el Atlético recuerda las despedidas de leyendas como Godín o Juanfran. Y Correa ya ha entrado en esa categoría.
No fue un adiós cualquiera, fue una despedida cargada de cariño, respeto y gratitud mutua. Correa dio una vuelta completa al estadio, saludando a una afición que coreó su nombre con fuerza. A su lado estuvieron figuras del vestuario como Koke, Giménez y Musso. La ovación fue cerrada, y él no pudo contener la emoción.
El futuro del argentino sigue sin confirmación oficial. Desde México, Tigres lo espera con los brazos abiertos, y las conversaciones parecen estar avanzadas. Sin embargo, Diego Simeone ha dejado claro que Correa siempre tendrá la puerta abierta del Atlético de Madrid si decide quedarse.
Han sido diez años de entrega, de goles importantes y de momentos memorables. Correa no siempre fue titular indiscutible, pero nunca dejó de sumar, de luchar, de representar el espíritu rojiblanco en cada partido. Y esa constancia lo convirtió en ídolo silencioso, pero profundamente valorado.