El Atlético de Madrid ya conoce a uno de los nombres que puede complicarle la vida en el Mundial de Clubes. Joaquín Correa, delantero argentino con pasado europeo, ha sido confirmado como nuevo fichaje de Botafogo, el campeón de la Copa Libertadores y uno de los rivales del grupo B del torneo. A sus 30 años, el ex del Inter de Milán abandona Europa para liderar el ataque del conjunto carioca.
Un fichaje de nivel
Este fichaje llega justo a tiempo, ya que se cerró en el último día del mercado de inscripción para el campeonato internacional. Correa, que firma hasta 2027, se incorpora como refuerzo estrella en una plantilla que necesitaba nombres mediáticos tras las salidas de Luiz Henrique y Thiago Almada. Su experiencia con la selección argentina y su recorrido en ligas top le convierten en una amenaza directa para el Atlético de Madrid.
El apodado "Tucu" no ha tenido su mejor año en Europa. Con apenas dos goles y tres asistencias en 22 partidos con el Inter, había perdido protagonismo. Aun así, Botafogo apuesta fuerte por él, recordando que formó parte de la Albiceleste campeona de la Copa América 2021. Su calidad, movilidad entre líneas y olfato ofensivo pueden ser un dolor de cabeza para la defensa rojiblanca.
Rival en fase de grupos
El Atlético de Madrid, que ya tiene su mirada puesta en el Mundial de Clubes, tendrá que ajustar su estrategia para frenar al otro Correa. Curiosamente, mientras Ángel Correa parece tener un pie fuera del Atleti este verano, otro jugador con su apellido entra en escena para desafiar a Simeone y los suyos.
El equipo brasileño se enfrentará antes a Seattle Sounders y PSG, pero su duelo con los de Simeone el 23 de junio puede ser decisivo. Joaquín Correa llega con hambre de protagonismo y con la intención de demostrar que todavía tiene fútbol para las grandes noches. Su papel en este Mundial de Clubes puede marcar su redención deportiva.
Con este fichaje, Botafogo lanza un mensaje claro: va a por todas. Y el Atlético de Madrid, si quiere aspirar a levantar el título, no podrá permitirse mirar por encima del hombro a nadie. Mucho menos al otro Correa, que llega para cambiar el destino del grupo.