El Atlético sigue acumulando obstáculos en el mercado de fichajes, Gil Marín había marcado en rojo un objetivo claro para reforzar el centro del campo de cara a la próxima temporada. Un jugador joven, con proyección, experiencia en la élite y encaje perfecto en el sistema de Diego Pablo Simeone. Sin embargo, la dirección deportiva colchonera se ha encontrado con una inesperada y contundente negativa.
En el Metropolitano existía optimismo por cerrar una operación que, en los despachos, se consideraba una oportunidad estratégica. El futbolista estaba en el radar desde hace tiempo y el club estaba dispuesto a realizar un esfuerzo económico importante. Pero un movimiento rápido desde Valencia ha cambiado por completo el guion.

El propietario del conjunto che, Peter Lim, ha ejecutado una jugada maestra para blindar a su talento más codiciado. Lo ha hecho en un momento clave, antes de que el Atlético de Madrid pudiera presentar una propuesta formal que sedujera tanto al jugador como a su entorno. El elegido es Javi Guerra, quien ha firmado su renovación con el Valencia hasta 2029, cerrando así cualquier opción de salida a corto plazo.
Gil Marín, decepcionado
La noticia supone un auténtico mazazo para Gil Marín y para Simeone, que veían en el mediocentro una pieza clave para rejuvenecer y dotar de energía al centro del campo. Su capacidad para abarcar metros, su despliegue físico y su madurez futbolística, pese a su juventud, habían convencido por completo a la secretaría técnica rojiblanca. Ahora, esa puerta queda cerrada durante varios años.
El acuerdo alcanzado con el Valencia no solo incluye una ampliación de contrato. También contempla una mejora salarial y una cláusula de rescisión mucho más elevada, lo que convierte cualquier intento de fichaje en una operación prácticamente imposible. Lim se asegura así la continuidad de uno de los mayores activos del club y manda un mensaje claro al resto de la Liga, no malvenderá a nadie.
Guerra no será rojiblanco
Para el Atlético, la búsqueda de refuerzos en esa demarcación tendrá que continuar con otros nombres sobre la mesa. El mercado ofrece alternativas, pero pocas con el mismo nivel de presente y futuro que el jugador valenciano. Además, esta dura derrota en los despachos refuerza el proyecto que Carlos Corberán empieza a moldear en Mestalla, con una gran base joven y con hambre de éxito.
La apuesta de Guerra por quedarse en Valencia y seguir bajo las órdenes de Corberán refuerza el vínculo entre afición y vestuario. Mientras tanto, en el Riyadh Air Metropolitano, Gil Marín tendrá que rehacer su lista de prioridades y pensar en nuevos movimientos para un verano que se prevé intenso. Lim tiene un proyecto ambicioso de la mano de Ron Gourlay y confía en lograr que el Valencia vuelva a Europa.