Durante décadas, millones de trabajadores en Estados Unidos han confiado en el Seguro Social como respaldo económico al llegar la jubilación. Este programa ha sido una promesa de estabilidad tras años de esfuerzo.
Sin embargo, la situación ha cambiado. La sostenibilidad del sistema está en entredicho y el tiempo para tomar decisiones se agota. La preocupación crece y no es para menos.

El sistema enfrenta un problema grave de financiación
El Seguro Social es un programa federal que apoya económicamente a quienes dejan de trabajar, enfrentan discapacidades o pierden a un familiar. Sin embargo, los fondos destinados a estos pagos están desapareciendo más rápido de lo esperado. El fondo principal, encargado de las jubilaciones y beneficios por fallecimiento, podría agotarse en 2033.
Si eso ocurre, los beneficiarios solo recibirán el 77% del monto prometido. Incluso si se combinan ambos fondos del programa, el 100% de los pagos estaría garantizado solo hasta 2034. A partir de entonces, solo se podría cubrir un 81%, generando una brecha preocupante.
¿De dónde sale el dinero y qué soluciones se proponen?
El dinero del Seguro Social proviene de tres fuentes: un impuesto sobre los salarios, gravámenes sobre los beneficios, e intereses generados por los fondos acumulados. Actualmente, los trabajadores pagan un 12,4% de sus ingresos, compartido con sus empleadores.

Para asegurar su sostenibilidad durante 75 años más, ese impuesto debería subir al 16,05%. Para hacerlo permanente, se habla de elevarlo hasta el 17,6%, lo que significaría que cada trabajador aportaría más de medio millón de dólares a lo largo de su vida laboral.
Algunos expertos consideran que mantener intactos los beneficios actuales sería excesivamente costoso para las generaciones jóvenes. Por eso, dos senadores han propuesto crear un fondo de inversión de 1,5 billones de dólares, buscando una rentabilidad mayor a largo plazo.
Actuar ahora es clave para proteger el futuro
El Seguro Social no solo afecta a jubilados. También es un respaldo vital para quienes enfrentan enfermedades o pérdidas familiares. Cualquier cambio impactará directamente a toda la población trabajadora.
Por eso es fundamental entender lo que está en juego. Las decisiones que se tomen hoy definirán si los futuros jubilados podrán vivir con dignidad o con incertidumbre. Este no es un problema para el futuro, es una realidad urgente que exige atención ahora.