Durante décadas, la edad de jubilación en los Estados Unidos se había establecido en torno a los 65 años. Sin embargo, en el 1983, el Congreso aprobó una reforma que comenzó a incrementar gradualmente esta edad para ajustarse a la mayor esperanza de vida de la población. Esta reforma ha tenido un impacto directo en los ciudadanos y, este 2025, el cambio más significativo de esta ley comenzará a aplicarse.
A partir de 2025, las personas nacidas en 1959 verán un incremento en la edad de jubilación completa (FRA). Esta cifra, crucial para calcular cuándo pueden empezar a recibir sus prestaciones completas de la Seguridad Social, se eleva a los 66 años y diez meses para los nacidos ese año. Esta subida será un factor importante en la planificación financiera de los estadounidenses.

¿Cómo afecta la nueva edad de jubilación?
La Edad Plena de Jubilación (FRA) es la edad a la que los beneficiarios pueden comenzar a recibir sus pagos completos del Seguro Social. Aunque la mayoría de las personas se han acostumbrado a la idea de jubilarse a los 65, la ley de 1983 provocó que la edad de jubilación se aumentara gradualmente. Para los nacidos en 1958, la FRA será de 66 años y ocho meses, mientras que quienes nacieron después de 1960 tendrán que esperar hasta los 67 años.
Aunque la FRA aumenta, es posible solicitar los beneficios del Seguro Social antes de alcanzar esa edad, comenzando a los 62. No obstante, hacerlo implica una reducción significativa de los beneficios mensuales, que podría llegar hasta el 30%, dependiendo de cuán temprano se haga la solicitud.

Retrasar la solicitud puede traer mayores beneficios
Los expertos recomiendan esperar hasta los 70 años antes de solicitar los beneficios para aprovechar un aumento del 8% anual. Esta estrategia puede generar una mejora sustancial en los pagos mensuales, lo que puede marcar una diferencia considerable a largo plazo.
La decisión de cuándo solicitar la jubilación debe basarse en una evaluación cuidadosa de las necesidades personales y familiares. Mantener los gastos fijos bajos, según McCullough, es fundamental para tener margen en el futuro. A medida que las circunstancias de cada individuo varían, la planificación anticipada y la toma de decisiones informadas se vuelven más cruciales que nunca.
Además, es importante considerar el impacto de la esperanza de vida y la salud al tomar esta decisión. Si una persona tiene buena salud, retrasar la solicitud puede resultar en una mayor acumulación de beneficios.
Por otro lado, aquellos con problemas de salud o con planes de disfrutar de la jubilación antes podrán optar por solicitar los beneficios antes. Sin embargo, deberán tener en cuenta que verán una reducción de los pagos mensuales. La clave está en adaptar la estrategia a las circunstancias individuales, evaluando tanto el bienestar físico como las necesidades financieras futuras.