En la Segunda División italiana, cuando se acercan los playoffs para llegar a Serie A, hay un equipo que sueña con un retornar a Primera para volver a vivir los días felices de los años 80. Se trata del Avellino, conjunto de un pueblo de la región de la Campania, un equipo que políticamente futbolísticamente siempre ha tenido que vivir a la sombra del más grande Napoli. Y además, por desgracia, sus mejores años coincidieron con la aventura italiana de un tal Diego Maradona.
El lobo es el símbolo del equipo y sus colores son verde y blanco, pero desde hace algunos años los aficionados han tenido que cambiar el objeto de su pasión: de hecho en 2009, la Unión Deportiva Avellino descendió de la Serie B a Serie C con muchas deudas e incertidumbre en su futuro. Nadie apareció para cubrir el agujero económico y al final llegó la inevitable quiebra, con lo que conllevó perder su escudo y su historia. El club se refunda y comienza su nueva andadura desde la Serie D, la quinta división española. El nuevo proyecto inicia consolidado consiguiendo llegar rápidamente a la Serie B dónde en su primer año ya está luchando por ascender a Serie A.
Llegan los buenos resultados pero faltaba recuperar una parte fundamental del equipo, el escudo y la historia perdidos cuándo el equipo fue a quiebra. Sin embargo, se llega a un acuerdo entre afición y directiva para comprar el título deportivo del Avellino en la subasta de bancarrota: los hinchas reúnen 85.000 € mientras que los restantes 125.000 € para completar la compra los asegura el presidente. Todo parecía perfecto. Pero, un miembro de la hinchada histórica, Mario Dell’Anno, consigue superar todas las ofertas y gana la propiedad del escudo y de la historia de la Unión Deportiva Avellino. El deseo común es de preservar la historia del equipo nacido en 1912, pero la relaciones con Dell’Anno están rotas y no se llega a un acuerdo impidiendo al conjunto verdiblanco recuperar su historia.
En estas circunstancias, con Mario Dell’Anno «secuestrando» la historia del Avellino, las páginas del nuevo equipo son sólo un libro vacío listo para ser escrito por los jugadores del técnico Rastelli. Ellos tienen en su mano poner en esas primeras páginas un ansiado ascenso a la Serie A que le devolvería a la categoría de élite del fútbol italiano. Sin embargo es muy triste, que una vez más, intereses económicos y personales son considerados más importantes que la pasión por el fútbol.