De Víctor G. Muñiz (@RussoBCF) para Victorias y Derrotas
A lo largo de la historia numerosas obras de arte han reflejado fielmente la crueldad de la guerra y de sus consecuencias. En Inglaterra, John Singer Sargent realizó una obra sobre la Primera Guerra Mundial que une el gas mostaza, la guerra, el arte y el fútbol.
Sargent nació en Florencia un 12 de enero de 1856, hijo de estadounidenses, vivió en muchos países europeos lo que le convirtió en un verdadero artista cosmopolita. Su fama era tal que en 1918 el gobierno británico le encargó la realización de un lienzo sobre la Gran Guerra y la vida de los soldados. Para ver de primera mano cómo era la vida en el frente de batalla, Sargent visitó las zonas de Arras e Ypres y pudo observar de primera mano los estragos de la Primera Guerra Mundial, un desastre que dejó casi diecisiete millones de muertos y más de veinte millones de heridos entre la población civil y militar.
La escena que más impactó a Sargent fue las heridas y las escenas dantescas que provocaba un ataque con gas mostaza, denominado también Iperita por el primer lugar donde se utilizó, la ciudad belga de Ypres. Ahí nació «Gassed».
Como si fuera una verdadera procesión religiosa, «Gassed» representa a un grupo de soldados cegados por el gas mostaza y que ayudados por un médico se dirigen presumiblemente a la zona donde estaría situado el hospital de campaña. A lo largo de la fila de soldados se pueden ver soldados muertos o moribundos a sus pies. Una aurora dorada por las luces del atardecer recrea una visión casi glorificadora de estos héroes británicos, supervivientes heroicos de una cruenta batalla.
Pero en Gassed, Singer deja un detalle para la historia del arte y la historia de la Gran Guerra. En el fondo del cuadro, entre las piernas de los soldados que desfilan en la parte central se puede observar un verdadero partido de fútbol, dos equipos completamente equipados jugando en la zona de guerra.
Debido a la necesidad de hombres tras el primer de guerra, el Gobierno Británico se vio obligado a hacer grandes campañas de reclutamiento, ya que este no era obligatorio al empezar la guerra. La Football Association no interrumpió sus campeonatos de Liga y Copa, en parte pensando que no duraría mucho la guerra, y por lo tanto jugadores de fútbol y rugby no fueron llevados al frente, sino que se quedaron en Gran Bretaña. Al ver las bajas y la crueldad de la guerra, comenzó una larga campaña de desprestigio hacia los deportistas a los que tildaban de cobardes por no ir a combatir como los demás. Posteriormente, tras concluir la temporada 1914-1915, la FA cambió de opinión y suspendió el campeonato por lo que los futbolistas pudieron alistarse.
El deporte, en este caso el fútbol, era una de las actividades más importantes de la vida diaria en las trincheras durante los periodos en los que no había combates. Por un lado, se mantenía la moral alta con la actividad deportiva y la distracción de los horrores de la guerra, y por el mantenían su forma física. Se sabe que en todos los regimientos había equipos de fútbol, incluso había competiciones entre estos equipos en el frente, con entregas de condecoraciones y copas incluidas.
Sargent unió en este encargo del Gobierno Británico el fútbol y la guerra para siempre. Quizás quitando ese estigma a los futbolistas, quizás por amor a este deporte, quien sabe. Tras la guerra, el fútbol volvió, y las gradas volvieron a estar repletas de aficionados.
A lo largo de la historia numerosas obras de arte han reflejado fielmente la crueldad de la guerra y de sus consecuencias. En Inglaterra, John Singer Sargent realizó una obra sobre la Primera Guerra Mundial que une el gas mostaza, la guerra, el arte y el fútbol.
Sargent nació en Florencia un 12 de enero de 1856, hijo de estadounidenses, vivió en muchos países europeos lo que le convirtió en un verdadero artista cosmopolita. Su fama era tal que en 1918 el gobierno británico le encargó la realización de un lienzo sobre la Gran Guerra y la vida de los soldados. Para ver de primera mano cómo era la vida en el frente de batalla, Sargent visitó las zonas de Arras e Ypres y pudo observar de primera mano los estragos de la Primera Guerra Mundial, un desastre que dejó casi diecisiete millones de muertos y más de veinte millones de heridos entre la población civil y militar.
La escena que más impactó a Sargent fue las heridas y las escenas dantescas que provocaba un ataque con gas mostaza, denominado también Iperita por el primer lugar donde se utilizó, la ciudad belga de Ypres. Ahí nació «Gassed».
Como si fuera una verdadera procesión religiosa, «Gassed» representa a un grupo de soldados cegados por el gas mostaza y que ayudados por un médico se dirigen presumiblemente a la zona donde estaría situado el hospital de campaña. A lo largo de la fila de soldados se pueden ver soldados muertos o moribundos a sus pies. Una aurora dorada por las luces del atardecer recrea una visión casi glorificadora de estos héroes británicos, supervivientes heroicos de una cruenta batalla.
Pero en Gassed, Singer deja un detalle para la historia del arte y la historia de la Gran Guerra. En el fondo del cuadro, entre las piernas de los soldados que desfilan en la parte central se puede observar un verdadero partido de fútbol, dos equipos completamente equipados jugando en la zona de guerra.
Debido a la necesidad de hombres tras el primer de guerra, el Gobierno Británico se vio obligado a hacer grandes campañas de reclutamiento, ya que este no era obligatorio al empezar la guerra. La Football Association no interrumpió sus campeonatos de Liga y Copa, en parte pensando que no duraría mucho la guerra, y por lo tanto jugadores de fútbol y rugby no fueron llevados al frente, sino que se quedaron en Gran Bretaña. Al ver las bajas y la crueldad de la guerra, comenzó una larga campaña de desprestigio hacia los deportistas a los que tildaban de cobardes por no ir a combatir como los demás. Posteriormente, tras concluir la temporada 1914-1915, la FA cambió de opinión y suspendió el campeonato por lo que los futbolistas pudieron alistarse.
El deporte, en este caso el fútbol, era una de las actividades más importantes de la vida diaria en las trincheras durante los periodos en los que no había combates. Por un lado, se mantenía la moral alta con la actividad deportiva y la distracción de los horrores de la guerra, y por él mantenían su forma física. Se sabe que en todos los regimientos había equipos de fútbol, incluso había competiciones entre estos equipos en el frente, con entregas de condecoraciones y copas incluidas.
Sargent unió en este encargo del Gobierno Británico el fútbol y la guerra para siempre. Quizás quitando ese estigma a los futbolistas, quizás por amor a este deporte, quien sabe. Tras la guerra, el fútbol volvió, y las gradas volvieron a estar repletas de aficionados.