Revolución en el conjunto catalán después de que el pasado mes de mayo el club cambiara de manos con la compra del club por parte de Jaume Roures, presidente de Mediapro, y Pere Guardiola, representante de jugadores, tras hacerse con el 80% de las acciones de la entidad. La venta realizada por el anterior propietario, Josep Delgado, fue obligada al no poder cubrir los 4,5 millones de euros de deuda acumulada que condicionaba el futuro del equipo.
Apenas finalizada la amarga temporada en Montilivi tras el no ascenso del club, la nueva directiva ya ha cambiado el organigrama. Así, Ferran Soriano, ex directivo del FC Barcelona y actual director deportivo del Manchester City, gestionará la parcela deportiva. Una medida que supondrá que el Girona se incorpore a la órbita de los ‘skyblues’, es decir, pasará a ser un equipo satélite más como el New York City en EEUU o el Melbourne City en Australia.
Por otro lado, la cabeza visible del grupo de telecomunicaciones Mediapro dirigirá la parcela económica y empresarial. Por si fuera poco, Roures ha puesto a uno de sus hombres de confianza para trabajar junto a la dirección general. Se trata de Ignacio Mas-Bagà y lleva al mando del famoso empresario catalán desde 2008. Bagà en los últimos años ha trabajado para el programa LFP World Challenge siendo el encargado de organizar giras y amistosos por todo el mundo para clubes españoles. Un hombre que seguro sabrá cómo explotar la marca comercial del conjunto catalán aunque ello suponga modificar la preparación de toda una temporada.
Por lo tanto, tras la compra de acciones, el reparto del Girona queda de la siguiente manera:
-> 80% en manos de Jaume Roures y Perè Guardiola.
-> 17,5% en manos del anterior propietario, Josep Delgado.
-> 2,5 % accionistas minoritarios.
A pesar de esta distribución, todo hace indicar que Patxi Otamendi seguirá cómo presidente de una entidad sin deudas gracias a los nuevos compradores. Eso sí, poco será su poder de decisión cuando Ferran Soriano será el que decida que jugadores permanecerán en el club y cuáles deberán salir. Con estas medidas, el club albirrojo puede pasar de tener un proyecto ambicioso para intentar alcanzar la Primera División a ser un equipo de pruebas para futbolistas que no tienen sitio en Inglaterra.
Para entender cómo ha llegado Soriano, y en consecuencia el Manchester City a esta posición, hay que recurrir al pasado de los nuevos propietarios del Girona. Jaume Roures y el entonces vice-presidente del Barça comenzaron su relación empresarial en 2006, fue entonces cuándo el club blaugrana decidió romper con Sogecable y abrazarse a Mediapro para explotar sus derechos televisivos. A la postre un mal negocio para el FC Barcelona que tuvo que abonar 57 millones de euros de multa. Más adelante, en 2010, Soriano en aquel entonces presidente de Spanair convenció a su amigo de Mediapro para entrar en el accionario de la aerolínea aportando 5 millones de euros. Otro fracaso, ya que esa entrada de capital no evitó la quiebra de la compañía aérea. Por último, una de las primeras medidas del actual director general del Manchester City fue compensar a su amigo cediendo la producción y distribución de la televisión oficial del club a Mediapro.
Una vez explicado el contexto, es fácil comprender cómo con los nuevos dueños, el Girona ha pasado a ser un mero juguete o un ‘favor’ entre empresarios. Más todavía si se tiene en cuenta que el otro comprador, Pere Guardiola, es propietario al 50% de la empresa de representación de futbolistas Media Base Sport, que también está bajo el amparo de Mediapro. (Precisamente el 50% de la compañía pertenece a – oh sorpresa! – Jaume Roures).
A la práctica estamos ante una maniobra empresarial de dos ‘socios’ que termina con un club catalán en manos de uno inglés. Otro sinsentido de la mercantilización del fútbol moderno.
Así que por si fuera poco el cruel final de temporada que han tenido que sufrir en Montilivi, ahora las preocupaciones sobre su futuro inquietan a los aficionados albirrojos: Su equipo puede pasar de estar a un gol de jugar en Primera División, a convertirse en un mero filial de un equipo inglés con la única aspiración de ser rentable y dar cabida a jugadores que no sirven para el Manchester City.