El jeque Abdullah Al-Thani, multimillonario que compro el club de la costa del Sol en el año 2010, se ha cansado de su juguete. Tras una temporada en la que ha dejado de inyectar dinero por sus desavenencias con la Junta de Andalucía en sus negocios, el extravagante dueño del club coge las maletas y abre un periodo de incertidumbre en el club.
Sin embargo parece que la decisión del familiar del dueño del Paris Saint-Germain tiene poco que ver con el fútbol. Se marcha tras romper relaciones con el gobierno autonómico por sus continuos incumplimientos para construir la ampliación puerto lujoso de La Bajadilla en Marbella. Aunque esa era solo de unas inversiones y negocios "turbios" que quería tapar a través del club de la ciudad. (Al Thani debe más de un millón por estudios para La Academia).
Tras un año ilusionante para el conjunto de la costa del Sol llegando a las semifinales de la Champions League, pronto empezaron a llegar los problemas. Los negocios del jeque no salían del todo bien y los jugadores que habían hecho posible la gesta poco tardaron en salir del club. Los Pellegrini, Van Nistelrooy, Joaquín, Demichelis, Monreal, Cazorla, Toulalan, Isco o Baptista lo vieron claro, el jeque ya no era de fiar.
Ahora deberá llegar un nuevo consejo de administración y darse cuenta del verdadero daño que ha hecho el dirigente árabe poniendo las prioridades del club muy por debajo de las suyas personales. Al menos el Málaga ya no será el juguete de un multimillonario.
Tras su llegada, todo era felicidad en la entidad andaluza. Los aficionados veían como cracks mundiales llegaban a La Rosaleda y los objetivos del club de cara a las próximas temporadas eran más que ambiciosos.
Empezaron a ilusionarse con ganar títulos importantes, y a punto estuvieron de hacerlo. Un error arbitral hizo que el Málaga no accediera a las semifinales de la Champions League, y eso nunca se olvidará.
Desgraciadamente, con el paso del tiempo el Málaga empezó a perder a sus estrellas y tuvo que conformarse con ser un equipo humilde de la liga española. El sueño fue efímero.