Afición de fútbol de pie, vista desde atrás

La protesta de las hinchadas en Australia: #stayinthepub

Tras un altercado en el estadio, la FFA impone medidas restrictivas y los hinchas se revolucionan

Salta estos días a la palestra la noticia de las grandes protestas de las hinchas de la A-League, la primera división de fútbol en Australia. Todos los hinchas de los diez equipos que componen la Liga de fútbol de la tierra de los canguros, de una manera u otra, y sobre todo interactuando entre ellos, se están manifestando conjuntamente contra la FFA, la Football Federation Australia, que junto a los medios de comunicación más conservadores, atacan los derechos básicos de las hinchadas.

Las protestas se hicieron visibles a partir del pasado 26 de noviembre con pancartas de protesta y parones en la animación, mientras en las redes sociales la protesta se ha llevado a cabo con el eslogan #stayinthepub, un modo de invitar a los hinchas a boicotear los partidos.

Es algo que viene de lejos, sobre todo a partir del pasado 26 de abril cuando la policía  durante el partido entre Sidney Wanderers  y Perth Glory ha usado contra los hinchas del conjunto rojinegro de Sidney el spray de pimienta de manera indiscriminada contra un grupo de hinchas para intentar parar a un hincha que había lanzado una bengala.

En las noticias de esa semana la policía y los medios los definieron como «vándalos», «animales de granja», «terroristas de periferia». Una forma de actuar muy conocida en Europa, atacando a los hinchas y defendiendo las acciones indiscriminadas de la policía.

La protesta de los hinchas australianos fue en aumento y estalló el pasado 24 de noviembre, cuando se ha declarado la existencia de una lista en el Sunday Telegraph de unos 198 hinchas  a los cuales se les habría prohibido la participación en los eventos de la FFA por un periodo que va de uno a veinte años.

Las hinchadas han respondido que detrás de estas acusaciones está la mano represiva y dura del estado y los medios de conseguir que la animación y la atmósfera de los estadios sea nula, acabar con el clima de fiesta de los estadios.

Bastaba una bengala o presunto comportamiento antisocial para emitir esta prohibición de participación en los eventos deportivos por parte de la FFA, sin ni siquiera tener pruebas tangibles de estos comportamientos y declarándolos incorrectos sólo por la propia federación. Después, el propio Tribunal la inocencia de los hinchas denunciados por la FFA, aun así la federación no ha retirado la prohibición.

Pero todavía hay más. La FFA ha contratado a la empresa Hatamoto, una sociedad privada especializada en la lucha contra el terrorismo para espiar e infiltrarse entre los aficionados, actuaciones que no han gustado para nada en los núcleos de las hinchadas más activas.

Otro de los factores determinantes por los que ha estallado la protesta en Australia es la excesiva presencia policial en los estadios, lo que representa un rol intimidatorio, y sobre todo porque esta policía se ha presentado en los estadios con los efectivos de caballería y antidisturbios e incluso para algunas hinchadas, la policía secreta.

Parece que la base de este comportamiento por parte de la Federación Australiana, de los medios de comunicación y de las fuerzas del orden sea la dificultad de gestionar el repentino crecimiento de los apasionados por el fútbol, deporte que tradicionalmente ha sido poco seguido, pero que en los últimos años ha visto un aumento considerable de seguidores y practicantes.

Los medios de comunicación racistas achacan esta crecida con los hinchas «inmigrantes», que no pertenecen a la clase media blanca australiana. En los casos específicos de los hinchas de Sidney y Melbourne, donde el tifo futbolístico está fuertemente unido a la tradición obrera de las hinchas, están todos los ingredientes para una nueva demonización del tifo.

Basta solo recordar episodios como el acaecido el pasado octubre, cuando el Red Black Block, el grupo más activo del Wanderers de Sidney y unido a la clase trabajadora de la ciudad, había desafiado a las fuerzas del orden desfilando con un centenar de hinchas por las calles de Sidney contraviniendo la prohibición impuesta específicamente a ese tipo de corteos por la policía.