El duelo entre el Atlético de Madrid y el Barcelona, previsto inicialmente para celebrarse en Miami el fin de semana del 21 de diciembre, no se jugará fuera de España. Pese a que ambos clubes estaban entusiasmados con la idea de trasladar el partido al Hard Rock Stadium, lo que prometía una oportunidad para fortalecer la presencia de ambas marcas. Finalmente, se ha tomado la decisión de mantener el encuentro en el Olímpic de Montjuïc.
La llamada de Gil Marín y la respuesta de Laporta
Se había generado un gran revuelo entre las aficiones, pues acusaban a sus clubes de no pensar en los aficionados que querían presenciar el encuentro. Aunque ambos clubes compartían el interés en que el partido se jugara en Miami, ya conocen la decisión de LaLiga. Un K.O para ambos en términos económicos, que ya hacían cuentas de dicho encuentro en Estados Unidos.
Según fuentes del club azulgrana citadas por Sport, la decisión de desistir de la idea provino de LaLiga, que consideró que el momento no era el adecuado por diversos factores. Uno de los motivos principales fue la situación de inestabilidad en la RFEF, que actualmente está presidida por una junta gestora. Esta interinidad complicaba la capacidad de tomar decisiones sólidas, necesarias para autorizar un partido fuera del país. La RFEF, que había solicitado una opinión al TAD para garantizar respaldo legal en caso de impugnaciones, finalmente retiró la petición.
Un golpe para los clubes y LaLiga
Además, la catástrofe provocada por la DANA en Valencia y la necesidad de reorganizar el calendario de la Copa del Rey también pesaron en la decisión de LaLiga. Estos eventos recientes reforzaron la idea de que existían prioridades más urgentes que atender en el panorama futbolístico español.
Esta era la tercera ocasión en la que LaLiga intentaba llevar un partido oficial a Miami, después de intentos fallidos en 2019 con encuentros como el Girona-Barça y el Villarreal-Atlético. Pese a las derrotas anteriores, LaLiga y su socio en Estados Unidos, Relevent, continúan comprometidos con la idea de internacionalizar la competición. Por su parte, el Barcelona esperaba ingresos de aproximadamente seis millones de euros por este partido.