El futuro de Ángel Correa vuelve a ser uno de los temas candentes del verano para el Atlético de Madrid. Como cada año, su nombre aparece en las quinielas de posibles salidas. Esta vez, con más fuerza que nunca y con dos clubes que ya han mostrado interés real por hacerse con sus servicios.
El precio que pide Gil Marín
Según informa el diario AS, Gil Marín ya ha fijado un precio claro: 20 millones de euros. El club rojiblanco no se opondrá a la salida del argentino si llega una oferta que se ajuste a ese valor. Pero tampoco está dispuesto a regalar a uno de sus futbolistas más leales y con más recorrido dentro de la plantilla.
A sus 30 años, Correa ha visto reducido su protagonismo de forma notable esta temporada. Aunque ha participado en 40 encuentros, solo en siete fue titular, y apenas tres de esos en LaLiga. Su rol ha pasado a ser el de revulsivo ocasional, muy lejos del peso que tuvo en años anteriores. Con la llegada de Julián Alvarez y el buen momento de Sorloth, las puertas de la titularidad parecen cerradas.
Un futbolista de club
El argentino, sin embargo, nunca ha generado conflictos. Lleva diez temporadas en el Atlético de Madrid, con 461 partidos disputados, 87 goles y 58 asistencias. Ha sido siempre un jugador fiable, comprometido, que supo esperar su momento. Pero ahora parece que el ciclo se acerca a su fin, con una salida que se perfila como probable si se cumplen las condiciones.
Desde México, el Tigres UANL lleva tiempo tras sus pasos, el interés es serio y firme, pero no es el único. River Plate, club del que Correa guarda buenos recuerdos, también ha tanteado su posible regreso a Argentina. Además, varios equipos europeos se mantienen atentos a su situación, valorando su experiencia y polivalencia en ataque.
El Atlético, consciente de su valor tanto deportivo como emocional, no forzará su salida, pero sí exigirá que quien lo quiera pague lo justo. Correa es campeón del mundo con Argentina, tiene mercado y aún le quedan años de buen fútbol por delante. Su marcha sería un capítulo más de esa renovación silenciosa que se cuece en el Metropolitano.