El inicio de temporada no ha sido el esperado para el Atlético de Madrid, que apenas suma un punto de seis posibles. Más allá de los resultados, lo preocupante es el modo en que se están produciendo. El equipo de Simeone transmite seguridad defensiva a ratos, pero se atasca en ataque cuando se enfrenta a rivales bien organizados.
El dato que revela el mayor problema
El dato que publicó el diario AS refleja a la perfección la situación: Lamine Yamal, en apenas dos jornadas, acumula más regates exitosos que toda la plantilla del Atlético junta. El joven talento del Barcelona, con solo 18 años, ha puesto el dedo en la llaga del proyecto rojiblanco, exhibiendo el déficit más evidente en el Metropolitano.

La marcha este verano de Samuel Lino, Rodrigo Riquelme y Ángel Correa ha dejado al Atlético de Madrid sin especialistas en el uno contra uno. Jugadores que ofrecían desborde, verticalidad y esa capacidad para romper defensas cerradas. Hoy, Simeone cuenta con futbolistas de mucho nivel, pero ninguno destaca por su facilidad para encarar y superar rivales.
Necesidad de desborde en la plantilla
En el estreno liguero ante el Espanyol, ningún jugador colchonero pasó de dos regates completados. Giuliano Simeone, Julián Alvarez y Pablo Barrios fueron los únicos en intentarlo con relativo éxito, una cifra demasiado baja para un equipo que aspira a todo. Frente al Elche, la historia se repitió: solo Sorloth alcanzó tres regates, y el resto de la plantilla apenas sumó tres más en total.
El contraste con otros equipos de LaLiga resulta preocupante. El propio Elche superó al Atlético con nueve regates efectivos en el Metropolitano. Y Lamine Yamal, sin ir más lejos, demuestra cada fin de semana lo que significa tener un jugador capaz de desequilibrar y abrir partidos con su talento individual.
El problema se nota especialmente en la banda derecha. Marcos Llorente y Giuliano Simeone aportan potencia física y despliegue, pero carecen de la chispa necesaria para encarar. En la izquierda, Thiago Almada ofrece más imaginación, pero su tendencia a ir hacia dentro limita la amplitud y deja al equipo sin desborde exterior.