El clásico sudamericano entre Argentina y Brasil tenía todos los ingredientes para ser un duelo caliente. Una de las razones fue Raphinha, el extremo del FC Barcelona, quien en la previa del partido lanzó declaraciones encendidas asegurando que iban a dar una paliza a la albiceleste. Sin embargo, la realidad fue muy diferente.

Argentina destrozó a Brasil con un contundente 4-1, en una actuación brillante que dejó en evidencia las palabras del brasileño. Julián Alvarez, una de las grandes figuras del encuentro, no se quedó callado y, con su estilo humilde, pero contundente, dejó un mensaje que retumbó en todo el continente. "Con humildad, hicimos nuestro trabajo y les dimos un baile".
Julián Álvarez, el verdugo de Brasil
Si alguien se tomó en serio las declaraciones de Raphinha, ese fue Julián, el delantero del Atlético que solo necesitó cuatro minutos para abrir el marcador y encaminar la goleada. La Araña, presionó con intensidad, recuperó un balón en la mitad de la cancha contra el propio Raphinha, generó la falta y luego definió con la frialdad que lo caracteriza.
El delantero del Atlético de Madrid sigue demostrando por qué es uno de los mejores atacantes del momento. Sus números lo avalan: en los últimos meses ha anotado 26 goles y dado 8 asistencias en 52 partidos entre el club y Selección Argentina. Un rendimiento demoledor que lo mantiene como una pieza clave para Diego Simeone y para Lionel Scaloni.
El mensaje de Julián Alvarez a Raphinha
Tras la histórica victoria de Argentina, Julián Álvarez fue consultado sobre el impacto de las declaraciones de Raphinha antes del partido. Su respuesta fue contundente y ha sido portada de muchos medios.

"Obviamente que todo lo que dijeron en la previa le aportó condimento a un partido como este. Pero nosotros, con humildad, hicimos nuestro trabajo y un partidazo. Les dimos un baile".
No solo Julián aprovechó para responderle al brasileño, sino que De Paul, su compañero en el Atlético de Madrid, también se sumó a la ironía. La goleada fue una respuesta en el campo a las palabras de Raphinha, quien terminó protagonizando la derrota más dura de Brasil en los últimos tiempos.