El periodista Rubén Uría ha arrojado luz sobre la situación actual del Atlético de Madrid en el mercado de fichajes. A través de su canal, ha explicado qué piensa realmente el club y, sobre todo, cuál es la postura de Diego Pablo Simeone. Pese a tener siete nuevas incorporaciones, el técnico argentino sigue teniendo una gran necesidad y el periodista la ha revelado.
La revelación de Uría sobre el mercado de fichajes
Según Uría, el mensaje oficial desde las oficinas rojiblancas es claro: “La plantilla está cerrada, no viene nadie más, salvo que haya salidas”. El club considera que ha invertido suficiente y que no habrá incorporaciones a menos que se produzcan ventas.

Sin embargo, el periodista advierte que el mercado aún tiene 19 días por delante y que en ese tiempo “pueden pasar cosas”. Y ahí es donde entra la visión del técnico argentino. Simeone, según la información de Uría, está satisfecho con el trabajo hecho hasta ahora. Considera que se ha fichado juventud, físico y talento con criterio.
La carencia que Simeone ve en su plantilla
No obstante, el Cholo detecta una carencia importante: falta un jugador de banda con capacidad de desequilibrio. Uría señala que Simeone lo echa de menos especialmente en contextos como la Champions o partidos ante defensas cerradas fuera de casa. El entrenador valora perfiles que puedan jugar en banda derecha o como zurdos a pierna cambiada.
Sobre el fichaje de Giacomo Raspadori, Uría ha sido claro: no era una petición expresa del entrenador. Fue una operación de la dirección deportiva, pero Simeone dio el visto bueno por una razón pragmática. Prefirió contar con el delantero cuanto antes y trabajar con él desde la pretemporada, antes que esperar a otra opción incierta. “Mejor Raspadori en mano que ciento volando”, sería la filosofía que ha aplicado.
Simeone valora que este año los refuerzos hayan llegado a tiempo, algo que no ocurrió la temporada pasada. Esa celeridad le permite preparar al equipo desde el inicio y optimizar el rendimiento de los nuevos fichajes. Aun así, sigue insistiendo en la necesidad de un extremo que rompa líneas.