Muchas personas se encuentran en una situación de incapacidad permanente. Por ello, reciben una ayuda de la Seguridad Social, y la cuantía depende del grado de incapacidad que tengan. No obstante, muchos beneficiarios no saben si esta pensión puede ser vitalicia o no.
El grado y las condiciones de la pensión por incapacidad permanente los fija la Seguridad Social tras realizar un examen médico. Existen 4 tipos: parcial, total, absoluta y gran invalidez. El primer tipo se cobra a tanto alzado (pago único), pero las demás categorías son revisables por el Equipo de Valoración de Incapacidades (EVI).
¿En qué momento se convierte la pensión por incapacidad en vitalicia?
De acuerdo con la Ley General de la Seguridad Social (LGSS), la incapacidad permanente se convierte en vitalicia cuando el beneficiario alcanza la edad ordinaria de jubilación. Una vez se llega a ese momento, el beneficiario debe tomar una decisión clave: seguir con esta o cobrar la pensión de jubilación.
El motivo es que no se pueden cobrar las 2 pensiones a la vez. Así lo recoge el artículo 163 de la LGSS, que asegura que son "incompatibles" y, por lo tanto, hay que elegir. Aunque la Seguridad Social esgrime que, en esta situación, se entregará la prestación "de mayor cuantía", el beneficiario es quién decide.
El dilema puede resultar complicado, y lo más normal es estar indeciso, pero la pensión de jubilación suele proporcionar más dinero. Para recibir 100% de la base reguladora en este caso, debes haber cotizado 36 años y 6 meses. Para jubilarte a los 65, la cotización deberá haber alcanzado los 38 años.
Dicho esto, la pensión por incapacidad permanente puede ofrecer un porcentaje más bajo en función del grado de incapacidad. Si es total, se otorga el 55% de la base reguladora, pero si es absoluta se recibe el 100%. Normalmente, la mayoría de personas optan por acogerse a la pensión de jubilación.
En todo caso, la Seguridad Social garantiza que el beneficiario reciba la ayuda con el importe más alto. Lo que está claro es que la incapacidad permanente se convierte en vitalicia al llegar a la edad legal de jubilación. A partir de ahí, la persona es la que tiene la última palabra.