El Gobierno ha aprobado una nueva normativa de seguridad para ascensores. En España hay más de un millón de elevadores, y 400.000 albergan más de 30 años de servicio.
La "Instrucción Técnica Complementaria ITC AEM 1 de Ascensores" quedó recogida en el Real Decreto 355/2024, de 2 de abril, y entrará en vigor el próximo 1 de julio.
La normativa cuenta con una serie de requisitos y mejoras necesarias para garantizar la seguridad de estos equipos elevadores. Asimismo, quiere regular la inspección, modificación y mantenimiento de los ascensores, y tiene un precio de 708 millones de euros en 7 años.
¿En qué consisten los cambios para mejorar la seguridad de los ascensores?
La normativa cuenta con novedades que afectan a los nuevos ascensores y a los que ya están instalados. En el primer caso, el propietario o titular deberá entregar una serie de documentos ante el órgano competente de cada comunidad autónoma.
Hay que presentar la ficha técnica de la instalación, la declaración Conformité Européenne (CE) de conformidad o el manual de funcionamiento. No puede faltar la copia del contrato de mantenimiento, las actas de ensayo del control final y el certificado de inspección inicial favorable.
En cuanto a los ascensores ya instalados, la normativa asegura que habrá inspecciones periódicas para comprobar que se mantienen las condiciones de seguridad.
Deben ser las mismas que permitieron su instalación, así como los nuevos criterios que se hayan implementado. Estas inspecciones pueden ser iniciales, periódicas, tras modificación o tras accidente.
Según la nueva normativa, las inspecciones periódicas se harán en función del tipo de edificio. Para los que sean industriales o de pública concurrencia, las inspecciones serán cada 2 años.
En edificios residenciales con más de 20 viviendas o más de cuatro plantas, se llevarán a cabo cada 4 años. Para el resto de los edificios, las inspecciones se harán cada 6 años.
¿Qué tipo de defectos hay? ¿Qué medidas se implementan?
Además, los defectos que se encuentren en las inspecciones se agrupan en tres tipos. Están los leves, que son aquellos que no ponen en peligro a las personas, pero no cumplen con algún requisito. Los graves no suponen un peligro de forma inmediata, pero pueden serlo si se producen fallos.
Por último, los defectos muy graves son aquellos críticos, donde hay un riesgo inminente para la seguridad de las personas y puede provocar daños en la instalación.
Además, se deben aplicar estas medidas en los ascensores instalados para que no queden fuera de servicio. Esto incluye mejorar la nivelación, la detección en puertas para evitar que la gente quede encerrada o la protección contra movimientos ascendentes incontrolados.
También hay la comunicación bidireccional en cabina para rescatar usuarios atrapados, la sustitución de guías de madera o cilíndricas o implementar herramientas para controlar la carga.