El 2025 está resultando especialmente complicado para Ford. La histórica compañía estadounidense, con más de un siglo de trayectoria y un papel clave en la revolución industrial del automóvil, atraviesa un nuevo periodo de grandes turbulencias. Las últimas noticias confirman que sus problemas técnicos no han terminado.
En mayo, Ford ya había retirado del mercado casi 1,1 millones de vehículos en Estados Unidos. Aquella retirada masiva fue provocada por un fallo en el software de la cámara trasera. Las imágenes distorsionadas que mostraba aumentaban el riesgo de accidente y obligaron a la compañía a tomar medidas inmediatas.

Un defecto más serio que el anterior
La Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA) ha anunciado ahora un nuevo retiro. En esta ocasión, la cifra asciende a 312.000 vehículos fabricados en 2024. El problema no es de software, sino de un componente mecánico clave para la seguridad: el módulo de refuerzo electrónico de frenos (EBB).
Este sistema puede dejar de funcionar durante la conducción o al utilizar los Sistemas Avanzados de Asistencia al Conductor (ADAS). Su fallo provoca la pérdida de asistencia al frenado, lo que aumenta de forma significativa la probabilidad de colisiones.

Entre los modelos afectados se encuentran la Lincoln Navigator, la camioneta F-150, la Expedition, la Bronco y la Ranger. Todos ellos forman parte de la última producción de Ford y están presentes en uno de sus segmentos más rentables.
Un problema de confianza
La seguridad es uno de los criterios más importantes para los compradores de vehículos nuevos. Cuando un fabricante acumula retiradas masivas en un periodo tan corto, el impacto en su reputación es inevitable. La imagen de marca se resiente y la fidelidad del cliente se pone a prueba.
Además, cada operación de retiro implica costes económicos, logísticos y de reparación que afectan directamente a los resultados financieros. En un mercado tan competitivo como el automotriz, este tipo de fallos puede dar ventaja a sus rivales.
Ford ha invertido fuertemente en los últimos años en innovación, electrificación y tecnologías de conducción autónoma. Sin embargo, estos incidentes cuestionan su capacidad de mantener altos estándares de calidad. El reto ahora será recuperar la confianza del consumidor y demostrar que la seguridad sigue siendo una prioridad.