El debate sobre la conducción de las personas mayores en Estados Unidos ha dado un nuevo paso. El Departamento de Transporte ha anunciado una medida que afectará directamente a quienes superen los 65 años. Aunque la intención es mejorar la seguridad vial, no todos los implicados ven con buenos ojos este cambio.
La decisión se apoya en cifras preocupantes. Según la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA), los accidentes con conductores mayores subieron del 13,7 % en 2023 al 14,7 % en 2024. Ante esta tendencia, varios estados como California, Florida y Texas han decidido actuar, ahora, renovar la licencia implicará superar exámenes que antes no eran obligatorios.

Una nueva normativa para reforzar la seguridad
Hasta julio de 2025, las renovaciones podían hacerse de forma casi automática. A partir de esa fecha, los mayores de 65 años deberán someterse a pruebas periódicas. Entre ellas habrá exámenes de la vista, evaluaciones cognitivas y pruebas prácticas de conducción.
El objetivo es claro: garantizar que los conductores conserven las condiciones físicas y mentales necesarias para manejar un vehículo con seguridad. La NHTSA advierte que, de no actuar, el porcentaje de siniestros podría seguir creciendo. Estas evaluaciones buscan prevenir accidentes y proteger tanto al conductor como a los demás usuarios de la vía.

Las pruebas no serán idénticas en todo el país. Cada estado tendrá margen para establecer sus propias exigencias y edades de inicio. Lo que sí será común es la necesidad de realizar controles más frecuentes y completos que los actuales.
Cómo aplicarán los estados esta medida
California, el estado más poblado, exigirá pruebas de visión a partir de los 70 años. Florida se centrará en las evaluaciones cognitivas, que serán obligatorias desde los 80 años. Texas, por su parte, aplicará todas las pruebas a quienes tengan 79 años o más.
El calendario de renovaciones también cambiará: entre los 70 y los 80 años, la licencia se renovará cada cuatro años tras un examen visual. De los 81 a los 86 años, la frecuencia será cada dos años, con prueba cognitiva si es necesario. A partir de los 87 años, la renovación será anual y con examen práctico obligatorio.
Además, se implementará un sistema de notificación voluntaria. Familiares, vecinos o médicos podrán alertar a las autoridades si consideran que un conductor mayor representa un riesgo. El objetivo no es limitar la libertad, sino evitar accidentes derivados de problemas de visión, memoria o reflejos.
Este nuevo marco normativo pretende equilibrar la autonomía personal con la seguridad pública. Aunque algunos lo perciban como una restricción, las autoridades defienden que es una medida preventiva que salvará vidas.