En estas fechas en Italia se celebra el ‘Día de la Liberación’, conocido así porque el 25 de abril de 1945, el Comité de Liberación Nacional de la Alta Italia (CLNAI) consiguió el control de casi todas las ciudades del norte del país. Los últimos territorios en poder de las tropas nazis antes de su retirada hacia Alemania. Consiguiendo así la libertad tras años sometidos al poder del fascismo y posteriormente del nazismo.
De la guerra no se puede escapar. Da igual que seas rico, pobre, hombre o mujer. Tampoco importa mucho que juegues en el Grande Torino, a pesar de que tu presidente Ferruccio Novo te consiga un contrato en FIAT para evitar que vayas a la primera línea. Pero de los bombardeos, la represión y la pobreza es imposible librarse. Tampoco el mundo del fútbol.
En 1943, el Torino conquistaba su segundo título (el primero del Grande Torino). Poco después el campeonato nacional se tuvo que suspender, con el país dividido en medio de la confrontación no se podía continuar. Los propios futbolistas de la época tenían otras cosas en las que pensar: la cultura antifascista era cada vez más popular en una sociedad cansada de un conflicto armado, sus horrores y la dictadura. Incluso aquellos que cada domingo bajaban al campo para intentar hacer olvidar a la gente de sus problemas, sabían que así no se podía continuar.
A continuación algunos ejemplos de futbolistas que sufriendo la dictadura de Mussolini y el periodo de opresión de aquellos años decidieron tomar parte activa de la liberación de su pueblo:
Vittorio Staccione
Centrocampista que debuta en Serie a con el Torino, Cremonese, Fiorentina y Consenza. Además llega a jugar dos partidos con el Savoia, pero acaba su carrera con 31 años. Decide volver a trabajar de obrero en la FIAT dónde sus convicciones políticas de izquierda le llevan a tener muchos problemas. Fue perseguido y vigilado durante varios meses y al final acaba siendo detenido y deportado al campo de concentración de Mauthausen en Austria. Allí pierde la vida a menos de tres meses antes de que los aliados llegarán.
Armando Frigo
Nacido en el estado de Indiana (EEUU) jugaba en Lo Spezia en la época de la guerra tras pasar por la Fiorentina. Pero con 24 años, se decidió que este futbolista de creación podría ser más en el frente. Entra en el ejército y poco a poco va consiguiendo escalar en la jerarquía militar. El 8 de septiembre de 1943, los nazis lo capturan y lo fusilan en Croacia. Fue el final de uno de los primeros talentos del fútbol norteamericano.
Michele Moretti
Lateral capaz de destacar en la Comense. Solo llegó hasta Serie B, ya que el destino le hizo alejarse del balón mucho antes de crearse una carrera. El ambiente antifascista de la mitad de los años 30 lo llevó a unirse a la lucha partisana y ha encontrarse con Benito Mussolini antes de morir en Como. Fue comisario político de la 52ª Brigata Garibaldi «Luigi Clerici« cuyo comandante era Pier Luigi Bellini delle Stelle “Pedro”. Dicha patrulla fue la encargada de acabar con la vida del dictador. Tanta fue su contribución en la liberación, que debido a que el fusil de su comandante se encasquilló, su arma acabó en las manos del justiciero del líder fascista.
Mario Maurelli
Árbitro de Serie A que en 1944 tuvo que arbitrar el partido más difícil de su vida. Los nazis le pidieron a su hermano que reclutara otros 10 partisanos y refugiados para jugar un partido de fútbol. Según los jefes alemanes, esto podía subir la moral de las tropas.
Giochiamo, però facciamoli vincere, senza dare nell’occhio. Sbagliamo un paio di passaggi nella nostra area, tiriamo fuori anziché mirare e novanta minuti passano in un attimo
Jugamos, pero le hacemos ganar, sin llamar la atención. Fallamos un par de pases en nuestra área, tiramos fuera en vez de mirar y noventa minutos en un momento.
A sabiendas de que podría ser una trampa, los dos aceptan los términos y el partido acaba jugándose en Sarnano. No tenían otra opción. Los partisanos empezaron ganando, pero pronto se dieron cuenta de que eso podría tener unas consecuencias nefastas. A un cierto punto el libero Luciani simula que se resbala y permite el 1-1. Sin embargo, en la motivación de los últimos minutos y con la posibilidad de “humillar” a los alemanes, los partisanos se lanzan al ataque. De esto se da cuenta Maurelli que acaba pitando el final del encuentro interrumpiendo un contragolpe a favor de los italianos. El triple silbido seguramente evitó un ajusticiamiento.
Estas son solo cuatro historias destacadas que demuestran cómo la sociedad italiana estaba unida ante la liberación. Falta uno de los más famosos, la negación del saludo fascista de Bruno Neri, pero eso merece otra historia aparte.