¿Por qué poner límites a una pasión? Esa es la pregunta que se hicieron los hinchas del Taranto FC 1927 después de que el Osservatorio Sportivo y el CAMS (Comité de análisis para la seguridad en las manifestaciones deportivas) prohibieran el viaje de sus hinchas a Monospolis para ver el partido de campeonato que los azulgrana jugaban en el estadio Vito Simone Veneziani de Monopoli por motivos de orden público.
Un club de los hinchas, un club salvado gracias a la aportación de sus tifosi, una afición que logró movilizar a una ciudad entera y lleva en volandas al equipo de su tierra, ve como por culpa de un instrumento represivo que ve en el fútbol solo violencia y desorden público, prohíbe la libre movilidad de los hinchas para seguir animando al club en sus partidos.
En esta temporada la afición del Taranto FC 1927 ha visto como se le han prohibido más desplazamientos que los que han permitido, todo ello en Serie D (quinta división italiana) donde son capaces de movilizar a un buen grupo de hinchas para seguir por toda la región a su equipo.
Aun así, una nueva perla para la emoción del calcio popolare, han logrado difundir una nueva demostración de que la pasión y el sentimiento hacia unos simple colores es recíproco, al final del partido, con la victoria (0-1) y los tres puntos en el bolsillo, los jugadores del Taranto se acercaron a la curva ospite (sector visitante) y aplaudieron y celebraron la victoria como si estuviera repleta de sus hinchas, de su afición. Un gesto que honra al Taranto y mucho más a sus hinchas. Así mismo la hincha contraria, la del Monospolis, exibio una pancarta donde se podía leer: “Nessuna emozione! Senza l’opposta fazione” (Ninguna emoción, sin el bando contrario).
Una vez más es el fútbol popular el que gana, el que hace ver lo que es la pasión y que las restricciones no acabarán nunca con el sentimiento de una afición, de una tifoseria. Y como dejaron patente los jugadores del Hull City: watching football is not a crime
Forza Taranto
¡Trasferte libere!