Eurocopa de 1988, semifinales en Hamburgo entre Alemania y Holanda, un partido que se puede considerar un derbi de Europa. En esos enfrentamientos la política y sobre todo la herida dejada por la Segunda Guerra Mundial estaban muy presentes y además los holandeses llegaban contra herida más: la derrota en la final del Mundial de 1974 dónde la selección de Cruyff hincó la rodilla ante aquel rudo equipo capitaneado por Beckenbauer .
Aquel partido acabaría siendo recordado como la gran victoria de la selección ‘Orange’ que después se llevaría la Euro de aquel año contra la URSS en la final con uno de los goles más bonitos de la historia del fútbol: “el acrobático remate de Van Basten”. Pero en semifinales el rival era Alemania, toda Holanda tenía un odio visceral a los “invasores” y eso se acabó palpando cuándo Ioan Igna, árbitro del encuentro, pitó el final con el 1-2 favorable para los Ruud Gullit, Frank Rijkaard, Koeman y compañía.
Un gol en el minuto 88 del “Cisne de Utrecht”, así es como apodaban a Marco Van Basten, llevo a la locura al pueblo holandés que se echó a la calle a celebrarlo. Un dato, se estimó que hasta nueve millones de holandeses fueron los que celebraron el pase a la final por todas las ciudades del país (el 60 por ciento de la población) y eso pese a ser un martes por la tarde.
Mientras, en el Volksparkstadion stadium, el estadio había sido tomado por el público holandés. A pesar de jugarse en terreno alemán, la ciudad de Hamburgo no es, ni era la ciudad más propensa para que el equipo nacional tuviera un mayor apoyo. Y eso se vio en el estadio en el que había una mayoría ‘Orange’. Con la fiesta en las gradas, los vencedores de la batalla se acercaron al fondo con mayor afluencia celebrar el triunfo
Allí estaba Ronald Koeman que portaba la camiseta del alemán Olaf Thon ya que la había intercambiado minutos antes. Sin embargo, con la efusividad de eliminar al gran ‘enemigo’ el central que años después daría la primera Champions al FC Barcelona utilizó la camiseta para limpiarse el trasero. Un gesto que su compañero Van Breukelen (portero de aquella selección) le recriminaría más tarde: “A Koeman le faltó la grandeza del ganador”.