Como hablábamos en el relato de los primeros años del Gilismo, venimos de una época bipolar. Por fin el equipo alza títulos (dos Copas del Rey) pero ha estado cerca (apropiación indebida mediante) del descenso administrativo a Segunda B que si sufrieron el Sevilla y el Celta. El desaguisado acabó con ese sinsentido de la Segunda División de 22 para compensar la falta de determinación en la reducción de la deuda de los clubes. La Ley del Deporte con esa aplicación en falso ha dejado claro que el fútbol está por encima de las leyes y que los chanchullos empiezan a oler a podrido aunque tarde mucho en demostrarse.
El doble campeón de Copa iniciaba un nuevo proyecto con ilusión por su andadura europea que es brillante hasta caer ante el Parma de Asprilla en unas semifinales de Recopa con mucha polémica en el final de la vuelta con dos penaltis flagrantes que se van al limbo. Será prácticamente la única alegría en un trienio infame en lo deportivo y nefasto en la gestión. Hablaremos luego de otro oasis en mitad de este desierto deportivo.
Al final de la 92/93 el Atleti habrá perdido dos piezas clave que se van por la puerta de atrás, Schuster y Futre. El alemán que da la espantada en marzo alega malas relaciones con el secretario técnico, Ruben Cano («Si me toca el pirindolo, lo mato») mientras que el portugués se marchó antes en enero por sus desencuentros con Gil. A ambos les unía en palabras de Futre «una relación de amor-odio». La afición se queda repentinamente huérfana de sus mayores ídolos. Y lo peor acaba de comenzar.
Ya ha empezado el bochornoso baile de entrenadores: en la 92/93 5 (si consideramos que Ovejero entrenó dos veces en un año al equipo), en la 93/94 6 entrenadores y en la 94/95 4 entrenadores. En lo deportivo al margen del espejismo de la Recopa de 1993 que se vio muy cerca, el club entrará en la época de las equipaciones de diseños rompedores con cada vez menos personalidad y un equipo desquiciado. Las clasificaciones en las sucesivas ligas hasta el verano de 1995 va de mal en peor: 6º, 12º y 14º. El Atleti es un pollo sin cabeza que no sabe a lo que juega y una silla eléctrica de entrenadores.
La 93/94 ve devaluarse su plantilla pues los sustitutos no rellenan los numerosos huecos que empiezan a quedar. El resultado es que el equipo no sabe a lo que juega, ante el baile de entrenadores y se logra a duras penas salvar la categoría. El sexto entrenador de la plantilla ese año, Jorge D’Alessandro lo resume en una frase «se acabó la pesadilla». Al menos hasta que empiece el nuevo curso.
Un partido legendario se cuela sin embargo entre tanta mala noticia. La impresionante remontada al Barça. El Dream Team de Cruyff se fue al descanso con un 0-3 abrumador de Romario. El equipo de Cacho Heredia da una lección de como sobreponerse a la adversidad. De la mano de Kosecki y Caminero el equipo se transformó en el segundo tiempo hasta lograr remontar 4-3 en una noche que quedará para siempre en la memoria de los atléticos.
El curso 94/95 tendría cero poesía y sería drama tras drama de cabo a rabo. Para empezar, la elección de entrenador fue un desacierto para un equipo sin paciencia y con urgencias. Pacho Maturana se estrelló desde el comienzo. Pero lo peor fue sin duda la llegada de Tren Valencia, un delantero que no aportó nada deportivamente, pero al que se recuerda sobre todo por los exabruptos racistas que le lanzó el presidente «al negro le corto el cuello». El equipo se salva con muchísimos apuros en Sevilla en un partido en el que empate salvaba a los rojiblancos. Sobrevoló el tufillo de ‘biscotto’, antes de que nadie oyera hablar de la palabra.
Parece que el Atleti va camino al endeudamiento masivo y hacia la segunda división que ha evitado dos años seguidos con muchos apuros porque, entre otras cosa, un joven jugador de pasado madridista, José Luis Pérez Caminero, procedente del Valladolid ha dado un paso al frente dos temporadas seguidas sosteniendo y liderando al equipo en sus horas más bajas.
Esa plantilla de tan mal rendimiento, sin embargo, tenía semillas de esperanza con un bloque jugadores como Caminero, Toni, Tomás, López, Geli, Vizcaíno, Kiko, Solozabal o Simeone a las puertas de hacer historia aunque no lo supieran.
El club toca el suelo administrativo del que ya hablamos en los primeros años de la presidencia de Jesús Gil. La apropiación indebida tardará tanto en probarse (más de 10 años) que habrá prescrito y se hará la familia Gil contra toda lógica y ética con el club para siempre demostrando que hay justicia de ricos y espabilados y justicia de pobres e indefensos en España. Jesús Gil demostró ser el más espabilado del oscuro mundillo de los recién llegados al fútbol.
El mismo Gil y Gil al que sus seguidores habían jaleado por «decir las cosas claras» cada vez es más centro de la polémica por sus maneras macarras con entrenadores, rivales, opositores y prensa y convierte a su equipo en el hazmerreír de la Liga. «Me white, you black, no problem».
Decía Jesús Gil hasta en los peores momentos del equipo que no podía morirse sin ver ganar al Atleti una Liga. Tenía cerca de 65 años cuando empezó a oírsele así que eso denotaba para empezar que llevaba poco tiempo siguiendo a los rojiblancos. La vida a pesar de todo le recompensaría contra todo pronóstico más pronto que tarde.