El Atlético de Madrid empezó con un duro reto que afrontar: no dejarse impresionar por la intensidad que quería imprimir el Espanyol. Las de Sara Monforte situaron una alta presión sobre las rojiblancas, que no debían despistarse. Pausadas y ordenadas atrás, las pupilas de Víctor Martín esperaban que pasase este arreón inicial de las ‘pericas’.
Sin Lola Gallardo, quien partió desde el banquillo, el Atlético de Madrid no debía amilanarse ante el conjunto barcelonés. Las locales, por su parte, en cuanto las visitantes empezaron a avanzar metros, se cerraron fuertemente atrás. La idea era que las atacantes colchoneras no pudieran sentirse cómodas sobre el terreno de juego.
El Atlético de Madrid, poco a poco, empieza a dominar
Ante este comienzo tan eléctrico del Espanyol, el Atlético de Madrid estaba forzado a responderle con sus mismas armas. Queriendo dominar el balón, Víctor Martín apostaba por dominar a su homóloga espanyolista con el juego asociativo. Sin embargo, debía ir un paso más allá, buscando romper a la defensa contraria a base de espacios y velocidad.
Buscaban hacer algo diferente, ya que eran conscientes de que esta fórmula no les terminaba de funcionar sobre el verde. Cardona, desde lejos, tuvo la primera gran oportunidad rojiblanca, pero su lanzamiento fue atrapado por Salvador. Este fue el primer aviso del Atlético de Madrid, que necesitaba de este tipo de acciones para empezar a tomar el mando.
El Atlético goza de buenas ocasiones, pero sin acierto
Con el paso de los minutos, se cumplió este objetivo, empezando a generar más llegadas, aunque sin demasiado peligro por el momento. Sofocando las posibles salidas a la contra del Espanyol, el Atlético de Madrid mejoró. Sin perder de vista el peligro ofensivo que atesoraba el conjunto blanquiazul, no querían ceder el control en ninguna ocasión.
A pesar de su dominio, el Espanyol dejó claro que no estaba dispuesto a dejarse avasallar en ninguna fase del partido. Avanzaba la primera mitad, y las rojiblancas tenían ciertos problemas a la hora de llegar al área contraria. Debían mejorar en las transiciones, ya que las de Sara Monforte aprovechaban cualquier ocasión para salir por velocidad.
El Atlético se lanza en la segunda parte
Tras el paso por los vestuarios, el Espanyol, lejos de bajar el pistón, quiso generar más llegadas para incomodar a Larqué. Conscientes de que el tiempo pasaba, las de Víctor Martín no podían bajar marchas sobre el terreno de juego. Al contrario, si querían llevarse los tres puntos, debían incrementar sus aproximaciones hacia la meta defendida por Salvador.
Jensen, aprovechándose de un grave error defensivo perico, tuvo el 0-1, pero su disparo se fue fuera por poco. Este fue el primer gran aviso visitante de la segunda parte, demostrando que su meta era ir a por el partido. Esto simbolizó la mejora del Atlético de Madrid, que empezó a llegar con más regularidad a los últimos tres cuartos de las locales.
A pesar de ello, el acierto no se materializaba, y, con el paso de los minutos, el Espanyol no estaba dispuesto a desaprovecharlo. Las de Sara Monforte, que querían hacer el máximo daño posible, se encontraban muy incisivas. Ante esta situación, Víctor Martín empezó a mover el banquillo, consciente de que no podía dejar que se fuera de las manos.
El Atlético quema sus naves para ir a por la victoria
El Espanyol, muy correoso, no se dejaba intimidar, al contrario, no le perdía la cara al partido y seguía buscando la meta de Larqué. Este partido se le estaba atragantando al Atlético de Madrid, que no terminaba de derribar el muro perico. Avanzaban los minutos, y las rojiblancas necesitaban de un golpe de efecto, algo que les diera mucha confianza.
Ante la mordiente del Espanyol, había que encontrar algo para incomodarlas y que no se animaran tanto hacia su propio área. Víctor Martín no quiso esperar y usó todas sus grandes balas para tratar de romper el empate cuanto antes. La entrada de jugadoras como Boe Risa o Gio Queiroz buscaba darle un soplo de aire fresco en el medio y en la delantera.
Este fue el claro mensaje que indicaba que el Atlético de Madrid no iba a especular con el empate. A través de la velocidad de Ajibade, se buscaba que el Espanyol no pudiera salir de su propio campo y estuviera cómodo en el contrario. El paso hacia delante que se necesitaba se dio, pero el partido requería de más insistencia, más agresividad.
El Atlético, atascado, no se termina de encontrar en Barcelona
En el tramo final, el orden defensivo del Espanyol, muy sólido en esa parcela, se estaba imponiendo, lo que dificultaba, y mucho, las cosas. La falta de acierto en las llegadas estaba penalizando a los dos equipos, que necesitaban más. Luany, desde fuera del área, lo intentaba, pero su lanzamiento se fue muy desviado de la portería rival.
No terminaba de fluir el Atlético de Madrid, y, de algunos despistes, se aprovechaba el Espanyol, que era espoleado por su afición. Estaban oliendo sangre las locales, y eso es algo que no debían permitir las rojiblancas bajo ningún concepto. Los minutos empezaban a escasear, y estaban obligadas a generar llegadas de muchísimo peligro para ganar.
Con una menos por la expulsión de Gio Queiroz, el Atlético de Madrid necesitaba, más que sumar los tres puntos, sacar algo positivo. A pesar de su falta de claridad, no dejaban de intentarlo, pero sin despistarse atrás. Con todo, no consiguieron romper el cerrojo perico y dejan escapar una buena oportunidad para seguir ganando.