La derrota en el descuento ante Las Palmas ha reabierto viejas heridas en el entorno del Atlético de Madrid, y uno de los más críticos ha sido Gonzalo Miró. El tertuliano no se mordió la lengua tras el 1-0 encajado por los de Simeone en Gran Canaria.
La dura crítica de Miró
Durante el programa Tiempo de Juego de la Cadena COPE, Gonzalo Miró estalló tras lo que consideró un partido para el olvido del conjunto rojiblanco. “Deplorable, infame, infumable, aburridísimo, desesperante...”, fueron solo algunas de las palabras con las que describió el pobre papel del Atlético de Madrid.
El análisis fue demoledor desde el primer momento. Para Miró, ni siquiera los más fieles defensores del resultadismo podían justificar lo visto sobre el césped. El equipo no solo perdió sobre la bocina, sino que dejó una sensación preocupante en lo anímico y futbolístico.
Un partido muy gris
El encuentro tuvo fases donde el Atlético pareció tener el control, especialmente en la primera mitad. Las intervenciones del joven portero Horkas evitaron los goles de Julián Alvarez y Alexander Sorloth. Sin embargo, el equipo se fue diluyendo conforme avanzaban los minutos.
El gol de Javi Muñoz en el minuto 94, validado tras la revisión del VAR, acabó siendo la puntilla. Las Palmas aprovechó un balón suelto en el área para sellar una victoria que tumba por segundo año consecutivo a los rojiblancos.
Decepcionado con el equipo
Gonzalo Miró no ocultó su decepción: “Hoy ni siquiera los más resultadistas pueden defender lo que hemos visto del Atlético de Madrid. Fue un partido sin alma”. También se refirió a la pasividad del equipo: “No hay una reacción, no hay una chispa, parece que hemos normalizado este nivel tan pobre”.
Además, dejó un recado para la plantilla y el cuerpo técnico: “Lo que espero es que este equipo dé mucho más de sí, lo que no sé ya es cuándo. Porque el nivel de exigencia nos ha llevado a estar en un lugar demasiado común”. La derrota aleja al Atlético de Madrid de sus objetivos en LaLiga y agrava un final de temporada que exige reacción. Gonzalo Miró, como muchos colchoneros, empieza a perder la paciencia.