El Atlético de Madrid no tiene ninguna Champions League, es cierto, pero hay un hombre empeñado en ganar la primera como rojiblanco. Diego Pablo Simeone, el arquitecto de la mejor etapa del conjunto colchonero, sigue rompiendo todos los récords y acercándose a los mejores de Europa. El Feyenoord era el partido más importante hasta la fecha, y Simeone supo sacar los mejor de sus jugadores.
Desde hace años, puede que demasiados, el Atlético de Madrid viene sufriendo demasiado por la Liga de Campeones. Se podría decir, casualidad o no, que el traslado al Metropolitano llevaba una maldición difícil de quitarse de encima. Sin embargo, en una temporada donde los rojiblancos tienen un nivel de juego tan alto, es difícil no ilusionarse con la copa innombrable.
Simeone y un camino de piedras
Europa es un territorio peligroso para el Atlético porque, históricamente, ha sido un camino lleno de obstáculos. De hecho, más que eso, lo que han tenido que sufrir los rojiblancos en la Champions League son múltiples golpes casi mortales. Sin embargo, lo que habría matado a otros equipos, al Atlético le mantiene con una mirada puesta en ese objetivo que tanto persigue.
Simeone, ganador nato por excelencia, ha conseguido algo que hace 10 años parecía imposible. Muchos colchoneros, entre los que me incluyo, veían la Liga de Campeones como algo inaccesible, un premio solamente al alcance de unos pocos privilegiados. Pero lo hemos visto cerca, pero tan cerca, que algunos ya estábamos tocando ese metal que parece prohibido para los atléticos por historia.
Cada temporada parece querer superarse en surrealismo en el objetivo continental del Atlético de Madrid. Colistas en un grupo más que asequibles, relegados a la Europa League por no ganar al Qarabag o que te empate el portero rival. Todo ello, piedras en un camino que, aunque difícil, muchos no pensaban que podrían llegar a recorrer con esperanzas de llegar al final merecido.
La ilusión de toda una afición
Unos lo llaman ilusión y otros cuentas pendientes ante una injusticia. Sea como sea, la realidad es que muchos colchoneros tienen una espina clavada con esa competición que les falta en las vitrinas. Esa copa que, aunque odiada y maldita, representaría el gran logro del cholismo tras coger a un equipo listo para el descenso.
Porque ese camino que se inició en el 2011 tenía como protagonista a un Atlético cuyo miedo era repetir lo del año 2000. La Liga de Campeones era una utopía, reservada para los grandes, los históricos, los dueños del fútbol mundial. El Atlético siempre fue uno de ellos, pero estaba dormido, hasta que un tal Diego Pablo Simeone se ha empeñado en terminar su gran obra.